martes, 10 de abril de 2012


Es un tema delicado...

Hace unas semanas ocurrió un caso que no puede dejar indiferente a nadie. En Marruecos una menor fue violada y posteriormente obligada a casarse con su agresor. El maltrato al que fue sometida durante meses debió ser de tal que la menor, en un acto de desesperación, se quitó la vida ingiriendo veneno para ratas.
Todos los que vivimos en esta parte del globo sentimos indignación, vergüenza y rabia al leer esta información. Sin embargo en oriente medio esto parece ser de lo más normal, es más, la culpa de todo esto es de la propia menor a la que llamaban “sucia” o “prostituta”…  Estos hechos, como el de la mujer violada en Afganistán y que además fue condenada a 12 años de prisión,  que a nosotros nos provocan sentimientos de total rechazo son amparados por sus propias leyes (art. 475 del código penal) . Las cuales permiten la práctica de estas vejaciones, en donde el agresor puede eludir la pena de prisión si accede a casarse con la víctima, en donde existe el llamado “Muduwana” que no es más que un código que se inventó para justificar la denigrante situación a la que es sometida la mujer en Marruecos desde hace siglos. Es cierto que en los últimos 10 años las leyes se han ido flexibilizando pero aún así no dejan de ser prácticas arcaicas y que se basan en la “interpretación” de los textos bíblicos realizadas por unos fanáticos religiosos.
Al sean prácticas que se ejercen desde hace siglos la sociedad las entiende como normales y casi no se cuestionan. Aún así se están creando cada vez más movimientos y asociaciones en contra de la represión social que sufre la mujer, lo que nos da una mínima esperanza de que en el futuro podamos ver la tan esperada igualdad de derechos en los países del norte de África y Oriente medio.

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