viernes, 30 de marzo de 2012


ORIGEN

El maltrato, tanto verbal como físico, posee una variedad causal que a menudo es ignorada y sustituida por una causalidad única, aplicable a la mayor parte de casos de maltrato. Definir la educación familiar como foco originario de cualquier tipo de maltrato -siempre y cuando se atienda a individuos que no padezcan trastornos de conducta-, es la atribución más común y sencilla a la hora de buscar las causas de porqué un individuo ha maltratado. Aún siendo una atribución cierta en muchas ocasiones, no puede ser definida como universalmente válida.
Es cierto que la educación es uno de los elementos fundamentales para determinar la manera de ser de las personas y para entender las acciones que estas llevan a cabo. Pero la educación – y he aquí una evidencia poco interiorizada por muchos individuos- no solo es familiar. Existe otro tipo de educación, que suele ser ignorada o poco atendida cuando se producen casos de maltrato. Me refiero a la educación social. Aquello que en nuestra vida en sociedad, y en primera instancia, observamos; seguidamente normalizamos, y en última instancia - solo en ocasiones- reproducimos. En las sociedades occidentales, de manera habitual, la reproducción de escenas que suponen algún tipo de maltrato vienen dadas por las vivencias sociales de los distintos individuos. No se puede pretender, por tanto, normalizar la violencia que observamos en nuestra vida social diaria, y alarmarse cuando esa violencia- como elemento del maltrato- es reproducida y atenta contra nuestro entorno más cercano o contra nosotros mismos. 
Por consiguiente no se puede restringir la causalidad íntegra del maltrato, aquella que atiende tanto al ámbito familiar como al ámbito sociocultural- de la sociedad que se trate- cuando se quieren determinar las causas de dicho maltrato.

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