ORIGEN
El maltrato,
tanto verbal como físico, posee una variedad causal que a menudo es ignorada y
sustituida por una causalidad única, aplicable a la mayor parte de casos de
maltrato. Definir la educación familiar como foco originario de cualquier tipo
de maltrato -siempre y cuando se atienda a individuos que no padezcan
trastornos de conducta-, es la atribución más común y sencilla a la hora de
buscar las causas de porqué un individuo ha maltratado. Aún siendo una
atribución cierta en muchas ocasiones, no puede ser definida como
universalmente válida.
Es cierto
que la educación es uno de los elementos fundamentales para determinar la
manera de ser de las personas y para entender las acciones que estas llevan a
cabo. Pero la educación – y he aquí una evidencia poco interiorizada por muchos
individuos- no solo es familiar. Existe otro tipo de educación, que suele ser
ignorada o poco atendida cuando se producen casos de maltrato. Me refiero a la
educación social. Aquello que en nuestra vida en sociedad, y en primera
instancia, observamos; seguidamente normalizamos, y en última instancia - solo
en ocasiones- reproducimos. En las sociedades occidentales, de manera habitual,
la reproducción de escenas que suponen algún tipo de maltrato vienen dadas por
las vivencias sociales de los distintos individuos. No se puede pretender, por
tanto, normalizar la violencia que observamos en nuestra vida social diaria, y
alarmarse cuando esa violencia- como elemento del maltrato- es reproducida y
atenta contra nuestro entorno más cercano o contra nosotros mismos.
Por consiguiente no se puede restringir la causalidad íntegra del maltrato, aquella que atiende tanto al ámbito familiar como al ámbito sociocultural- de la sociedad que se trate- cuando se quieren determinar las causas de dicho maltrato.
Por consiguiente no se puede restringir la causalidad íntegra del maltrato, aquella que atiende tanto al ámbito familiar como al ámbito sociocultural- de la sociedad que se trate- cuando se quieren determinar las causas de dicho maltrato.
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