jueves, 8 de marzo de 2012

¿fomentar o destruir valores humanos?

El experimento de Stanford del profesor Zimbardo consistía en reunir voluntariamente a un grupo de estudiantes de universidad y aleatoriamente dividirlos en dos grupos para que unos hagan la función de reclusos y otros de carceleros y durante unas semanas observar su comportamiento. Hizo el experimento en un prisión simulada en el sótano de la universidad y se les entregó a los carceleros su uniforme y a los presos se les vistió con batas y números cosidos en ellas para borrar su identidad. Aquí empieza el maltrato psicológico, cuando se les arrebata la individualidad a las personas y durante su estancia en la cárcel ya no se pueden llamar por los nombres sino por números. Los carceleros tardaron poco en meterse en su papel y los presos recibían constantemente maltratos tanto físicos como psicológicos (sobre todo éste último). El experimento tuvo que darse por finalizado antes de tiempo pues el experimentador se dio cuenta de que se estaban metiendo mucho en su rol y los reclusos pensaban de verdad que estaban en la cárcel. Lo que observó Zimbardo es que las personas bajo una identidad de anonimato (con los uniformes por ejemplo) y bajo unos ciertos roles que otorgan poder, nos volvemos más violentas y como en el caso de este experimento llegamos a maltratar a las personas. Una de las peticiones fundamentales de los reclusos de Attica era que se les tratase como a seres humanos. Después de observar la cárcel simulada durante sólo seis días, se pudo comprender cómo las cárceles deshumanizan a las personas, convirtiéndolas en objetos e inculcándoles sentimientos de desesperación. Y en cuanto a los guardas, se observó  como personas corrientes pueden transformarse fácilmente del buen Dr. Jekyll al malvado Mr. Hyde.
Hay una película española llamada “El patio de mi cárcel” que cuenta la historia inspirada en las presas que formaron el grupo de teatro Yeses en la cárcel de mujeres de Madrid en los años 80 que denunciaban las condiciones de dicha cárcel (situaciones de hacinamiento que estaban al doble de su capacidad, normas estrictas,  recuentos…)en aquellos años.

Otro ejemplo de maltrato es el caso de la Prisión de Abu Gurayb en 2003. Se sucedieron numerosos casos de abuso y tortura de prisioneros por la Policía Militar de los Estados Unidos, agentes de la CIA y militares involucrados en la ocupación de Iraq. Se maltrató a los prisioneros dándoles cachetes, golpeándoles con objetos, burlándose de ellos y de sus genitales  presos muertos y ellos con posición de celebración.
La conclusión es que nuestras instituciones tienen que fomentar los valores humanos en lugar de destruirlos.

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