viernes, 30 de marzo de 2012


ORIGEN

El maltrato, tanto verbal como físico, posee una variedad causal que a menudo es ignorada y sustituida por una causalidad única, aplicable a la mayor parte de casos de maltrato. Definir la educación familiar como foco originario de cualquier tipo de maltrato -siempre y cuando se atienda a individuos que no padezcan trastornos de conducta-, es la atribución más común y sencilla a la hora de buscar las causas de porqué un individuo ha maltratado. Aún siendo una atribución cierta en muchas ocasiones, no puede ser definida como universalmente válida.
Es cierto que la educación es uno de los elementos fundamentales para determinar la manera de ser de las personas y para entender las acciones que estas llevan a cabo. Pero la educación – y he aquí una evidencia poco interiorizada por muchos individuos- no solo es familiar. Existe otro tipo de educación, que suele ser ignorada o poco atendida cuando se producen casos de maltrato. Me refiero a la educación social. Aquello que en nuestra vida en sociedad, y en primera instancia, observamos; seguidamente normalizamos, y en última instancia - solo en ocasiones- reproducimos. En las sociedades occidentales, de manera habitual, la reproducción de escenas que suponen algún tipo de maltrato vienen dadas por las vivencias sociales de los distintos individuos. No se puede pretender, por tanto, normalizar la violencia que observamos en nuestra vida social diaria, y alarmarse cuando esa violencia- como elemento del maltrato- es reproducida y atenta contra nuestro entorno más cercano o contra nosotros mismos. 
Por consiguiente no se puede restringir la causalidad íntegra del maltrato, aquella que atiende tanto al ámbito familiar como al ámbito sociocultural- de la sociedad que se trate- cuando se quieren determinar las causas de dicho maltrato.

lunes, 12 de marzo de 2012

Así sí, así no.

Hoy en día estamos acostumbrados a que en todos los medios nos hablen de la violencia como un fenómeno físico que atenta contra la integridad de otra persona, animal o cosa.
Si hondamos un poco más en el tema nos daremos cuenta de otro tipo de violencia existente en la sociedad, una violencia que no es tan fácil de erradicar ni de controlar ni tampoco esta presentada concretamente como tal, es la violencia que ejerce la publicidad sobre los seres humanos donde, especialmente, se ven afectadas, bombardeadas y acosadas las mujeres.
Tienes que ser delgada, tener el pelo más largo y más suave, el mejor perfume, ser la mejor madre, comer estos yogures que te regulan la línea, hacer rápido las tareas de casa para poder complacer a tu marido y cuidar de tus hijos, tener un coche práctico para ir al trabajo, al cole, a la compra.... Tienes que llevar el mejor vestido, los tacones más altos y todo el maquillaje que tu cara pueda abarcar además de unos labios voluminosos, unas pestañas infinitas y por supuesto, cuanto más delgada estés mucho mejor.
Por otro lado, respecto a los hombres, no es tan masiva la imposición de un canon, basta con una buena cuchilla que no te deje ni un solo pelo en cara, el coche de tus sueños, el más rápido y el más caro mediante el cual podrás a tener a la mujer más espectacular (la que reúna los requisitos citados anteriormente) a tus pies siempre y cuando uses la colonia con la que las mujeres se pegarán por hacerte compañía.
Aunque se pueda ver con un aspecto cómico, todo esto es un tipo de "amenaza silenciosa" que cada día va minando la vida de las personas e intentando imponer un canon de belleza que en ningún caso, es representativo de la sociedad en la cual vivimos. Es por este continuo bombardeo, por el que sufrimos un maltrato continuo donde tenemos que ser esclavos de la imagen tan solo para gustar a los demás y sentirnos aceptados por la sociedad, cosa, que si eres tu mismo y desarrollas tu propio estilo, no podrás llegar a conseguir por no ser un prototipo fiel y leal a las exigencias de una sociedad de muñecas de porcelana.

jueves, 8 de marzo de 2012

¿fomentar o destruir valores humanos?

El experimento de Stanford del profesor Zimbardo consistía en reunir voluntariamente a un grupo de estudiantes de universidad y aleatoriamente dividirlos en dos grupos para que unos hagan la función de reclusos y otros de carceleros y durante unas semanas observar su comportamiento. Hizo el experimento en un prisión simulada en el sótano de la universidad y se les entregó a los carceleros su uniforme y a los presos se les vistió con batas y números cosidos en ellas para borrar su identidad. Aquí empieza el maltrato psicológico, cuando se les arrebata la individualidad a las personas y durante su estancia en la cárcel ya no se pueden llamar por los nombres sino por números. Los carceleros tardaron poco en meterse en su papel y los presos recibían constantemente maltratos tanto físicos como psicológicos (sobre todo éste último). El experimento tuvo que darse por finalizado antes de tiempo pues el experimentador se dio cuenta de que se estaban metiendo mucho en su rol y los reclusos pensaban de verdad que estaban en la cárcel. Lo que observó Zimbardo es que las personas bajo una identidad de anonimato (con los uniformes por ejemplo) y bajo unos ciertos roles que otorgan poder, nos volvemos más violentas y como en el caso de este experimento llegamos a maltratar a las personas. Una de las peticiones fundamentales de los reclusos de Attica era que se les tratase como a seres humanos. Después de observar la cárcel simulada durante sólo seis días, se pudo comprender cómo las cárceles deshumanizan a las personas, convirtiéndolas en objetos e inculcándoles sentimientos de desesperación. Y en cuanto a los guardas, se observó  como personas corrientes pueden transformarse fácilmente del buen Dr. Jekyll al malvado Mr. Hyde.
Hay una película española llamada “El patio de mi cárcel” que cuenta la historia inspirada en las presas que formaron el grupo de teatro Yeses en la cárcel de mujeres de Madrid en los años 80 que denunciaban las condiciones de dicha cárcel (situaciones de hacinamiento que estaban al doble de su capacidad, normas estrictas,  recuentos…)en aquellos años.

Otro ejemplo de maltrato es el caso de la Prisión de Abu Gurayb en 2003. Se sucedieron numerosos casos de abuso y tortura de prisioneros por la Policía Militar de los Estados Unidos, agentes de la CIA y militares involucrados en la ocupación de Iraq. Se maltrató a los prisioneros dándoles cachetes, golpeándoles con objetos, burlándose de ellos y de sus genitales  presos muertos y ellos con posición de celebración.
La conclusión es que nuestras instituciones tienen que fomentar los valores humanos en lugar de destruirlos.